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Análisis del libro Breve historia dominicana, del Dr. Mejia Ricart (página 2)



Partes: 1, 2

1924-1966: La
tercera República y segunda ocupación
norteamericana

En las elecciones de 1924, y con la abstención de
los nacionalistas que se ocupusieron al Plan Hughes-Peynado,
ganó por gran mayoría el Gral. Horacio
Vásquez con el apoyo de Velásquez, quien
resultó elegido vicepresidente por la Alianza
Nacional-Progresista; mientras los antiguos jimenistas postularon
al Lic. Francisco J. Peynado, co-autor del Plan, siendo los
derrotados. El nuevo gobienro, con los recursos de un nuevo
empréstito y gracias a la paz social existente,
continuó las obras públicas y mantuvo las
libertades públicas.

Sin embargo, el afán continuista del Partido en
el poder, su carácter elitista y la creciente
corrupción administrativo, deterioraron su imagen
pública. El gobierno maniobró para obtener mediante
un ardid constitucional la prórroga del período de
ejercicio de los poderes del estado de cuatro hasta seis
años; y conforme se acercó el año 1930 hizo
modificar la constitución para que se permitiera la
reelección presidencial, contra lo cual se había
pronunciado otrora el viejo caudillo una y otra vez.

La oposición al régimen se tornó
encarnizada, sobre todo por parte de una nueva agrupación
política: el Partido Republicano, dirigido por el fogoso
orador licenciado Rafael Estrella Ureña, representante de
la joven pequeña burguesía urbana educada que
había luchado frontalmente contra la intervención
militar norteamericana. También hostilizaban al gobierno
su viejo aliado: el Partido Progresista de Velázquez y el
partido liberal de Desiderio Arias, entre otros. Pedro sobre todo
la división del partido horacista en dos facciones: la del
vicepresidente José Dolores Alfonseca y la del sobrina
político del presidente: Martín Moya; la
terminación de los recursos extraordainarios provenientes
de un emprésitito de 10 millones de dólares y
finalmente la gran depresión económica mundial del
1930, crearon las condiciones para la caída del
régimen.

Una conspiración cívico-militar llamada
"Movimiento Cívico", fue desencadenada por los caudillos
de los tres sectores de la pequeña burguesía
politizada de entonces, el Lic. Rafael Estrella Ureña,
presidente del Partido República por el sector urbano y
educado; el general Desiderio Arias, jefe del Partido Liberal,
del sector rural y guerrillero y el general Rafael Leonidas
Trujillo, jefe del nuevo Ejército Nacional profesional,
cuya oficialidad de origen tanto urbano como rural, había
demostrado durante la pasada intervención norteamericana
su capacidad de ponerse sin escrupulos al servicio de un
régimen dependiente de la potencia de la potencia del
norte. Dicho "movimiento" desalojó del poder a Horacio
Vásquez.

Pero la insurrección, aunque de fachada civilista
y que llevó a la presidencia provisional a Estrella
Ureña, debió su triunfo al apoyo de trujillo, quien
se convirtió en el árbitro de la nueva
situación, impuso su candidatura a la presidencia y
mediante la represión y el engaño se
convirtió en dictador casi indiscutido del país
durante los 31 años trágicos que siguieron. Era el
caudillismo de base castrense basado en el dominio
burocrático del ejército profesional que ahora
suplantaba las bandas armadas que en la práctica
servían al caudillismo regional tradicional.

Trujillo persiguió primero a la oposición
horacista y progresista que intentó al poder con la
candidatura de Velásquez y Angel Morales, pero le
siguieron en turno los caudillos Desiderio Arias y Rafael
Estrella Ureña, el primero perseguido y asesinado a
traición, y el segundo obligado a expartriarse aún
siendo vicepresidente y canciller de la República. Luego
le tocaría el turno a los demás caudillos,
intelectuales y burgueses que no se quisieron someter a la
dictadura y encontrarían la muerte, la cárcel o el
exilio, mientras el déspota organizaba un partido
único; El Partido Dominicano, con el cual mantuvo su
hegemonía a partir de su primera reelección, en
1934.

En la primera mitad de su régimen Trujillo se
mantuvo como ejecutor de los intereses políticos y
económicos norteamericanos en el país, al tiempo
que acaparó junto a su familia gran parte de la riqueza en
manos dominicanas, mediante la absorción de gran cantidad
de tierras y ganado, empresas comerciales y ciertas industrias
tradicionales como el corte de madera, el tabaco, el calzado, la
leche pasteurizada, etc..

Durante ese período Trujillo ex hibió un
gran dinamismo político y administrativo. Se
asesoró de intelectuales capaces que se pusieron a su
servicio y viajaba por el país constantemente para ganar
prosélitos y observar personalmente las obras del
gobierno, palticularmente las vías de penetración y
de riego que aumentaron la producción para el consumo
interno y el comercio exterior. Sin embargo, el comercio exterior
no superó los niveles de 1930 en las exportacines hasta
1944 y de las importaciones hasta 1947. Además, no
volvió a recurrir a empréstitos al consumo y a la
propiedad que hacía pagar a todos los ciudadanos, con lo
que el estado fue recuperado su solvencia financiera.

En 1937 Trujillo, estimulado por algunos intelectuales
racistas que lo asesoraban, cometió un horrendo genocidio
contra pobladores de nacionalidad haitiana o de ascendencia
haitiana en el país, particularmente de la zona
fronteriza. Posteriormente, en 1939, abrió las puertas del
país por razones de propaganda internacional a los
refugiados de la guerra civil española y poco más
tarde a muchos judíos que huían de la
persecución nazi en Alemania y los territorios ocupados
por esa potencia durante la segunda guerra mundial.

Estos factores y las condiciones internacionales creadas
pro la lucha mundial por las libertades y la alianza de las
potencias occidentales con la unión soviética
contra el fascismo, estimularon la lucha dentro de los sectores
estudiantil, profesional y obrero contra el régimen
trujillista, que se manifestó en dos huelgas obreras en el
Este del país, inquietud estudiantil y la
organización de dos grupos importantes de
oposición: la juventud democrática y el Partido
Socialista Popular. También Estrella Ureña
aceptó la sugerencia del régimen de organizar su
Partido Repúblicano como grupo de
oposición.

En el exterior, fundamentalmente en Cuba, se
organizó el Partido Revolucionario Dominicano con la
participación de exiliados distinguidos como Juan Isidro
Jimenes Grullón, Juan Bosch, Enrique Cotubanamá
Henríquez y Virgilio Mainardi Reyna, en torno a una
declaración de principios nacionalista, liberal y
progresista. Los propios Estados Unidos le retiraron su apoyo
irrestrieto a Trujillo y los gobiernos de Haití, Cuba,
Venezuela, Costa Rica y Guatemala se manifestaron hostiles al
régimen.

Pero Trujillo maniobró para destruir su
oposición en el interior del país activamente.
Estrella Ureña murió en un hospital en condiciones
misteriosas; se persiguió ferozmente a los líderes
juveniles y profesionales; aceptó algunas de las demandas
obreras, pero luego persiguió o corrompió a sus
dirigentes, dando muerte a su líder máximo Mauricio
Báez en el exilio;

A nivel esterno Trujillo recuperó el apoyo
norteamericano; logró que esta potencia evitara el
desembargo de una gran expedición liberadora que
venía desde Cayo Confite en Cuba (1947) y finalmente
aplastó una nueva invasión proveniente de Guatemala
que desembarcó por Luperón en Puerto Plata
(1949).

A partir de 1950, el nuevo orden de dictaduras militares
creado en el Caribe por la oleada anticomunista de la guerra
fría, permitió a Trujillo fortalecer aún
más su posición nacional e internacional, llegando
incluso a exportar la contrarevolución hacía otros
puntos como Guatemala, Haití, etc.

En el aspecto económico, durante la década
de los años cuarenta, la coyuntura internacional y la
creación de mecanismos financieros estatales, permitieron
un crecimiento sostenido de la economía y del comercio
internacional. En particular la recuperación del control
sobre la aduanas, los altos precios que prevalecieron en la
post-guerra para nuestros productos de exportación y los
que importábamos, la creación del Banco Central y
los emisiones nacionales de papel moneda, la compra del First
National Bank, que se convirtió en el Banco de Reservas,
así como la creación del Banco de Crédito
Agrícola e Industrial, fueron altamente eficaces para el
financiamiento de proyectos de expansión de los consorcios
comerciales e industriales de Trijillo y su familia que contaron
con el apoyo irrestricto del Estado.

100. La creación de industrias de cemento y
derivados, procesadoras de arroz y harina de trigo, aceites
vegetales, juegos naturales, la nacionalización de la
Corporación Dominicana de Electricidad y el desarrollo
agrícola orientado a las necesidades del país,
señalan un proceso de desarrollo capitalista acelerado que
culminó con las adquisición por parte del
dépota de todos los ingenios del país excepto el
Central Romana y los tres pequeños de la familia
Vicini.

De hecho, de los pocos grandes consorcios
norteamericanos que sobrevivieron a esta época; la
Compañía Dominicana de Teléfonos y el
Central Romana Corp. estuvieron a punto de ser comprados y la
Cervecería Nacional Dominicana superó un intento de
arruinarla con una competencia propiedad del tirano con
características monopolíticas. Sólo la Alcoa
Exploratión permaneció intocada con su
explotación de bauxita en la provincia fronteriza de
Pedenarles.

El régimen trujillista alcanza su máximo
poder nacional e internacional hacia 1995-1956, cuando celebra su
XXV aniversario con una feria internacional llena de esplendor y
derroche. Con pleno apoyo de Washington, rodeado de gobiernos
dictatoriales en la zona del Caribe, centrolando las principales
industrias y monopolio de exportación, así como
gran parte de las representaciones comerciales más
importantes, extensos latifundios ganaderos, cañeros y de
otros cultivos agrícolas, Trujillo tenía el control
absoluto del Estado sin las molestias protocolares que dejaba a
su hermano Héctor, el presidente titular.

Pero las numerosas y fastuosas construcciones de la
"Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre" como se le
llamó pomposamente, atrajeron a numerosos campesinos a la
ciudad y obligaron al estado a endeudarse por la primera vez en
la era de Trujillo, iniciándose desde entonces las
restricciones de divisas. A la postre el país
sufrió una recesión económica y las
construcciones se redujeron, causando la creación de
barrios marginados en la capital con esos campesinos, que
comenzaron a presionar la estructura social oligárquica
mantenida por el trujillismo.

La penuria económica del gobierno, que lo
llevó por primera vez a pedir ayuda del Fondo Monetario
Internacional, hizo más escandalosa la vida que
hacía Ramfis, el hijo mayor del péspota, en los
Estados Unidos, quien fue expulsado por su comportamiento
licencioso de la Escuela de Estado Mayor a la que asistía
en ese país, y cambio despifarraba millones de
dólares en compañía de connotadas mujeres de
la farándula norteamericana.

EDl secuestro en Nueva York y posterior asesinato del
profesor español Jesús de Galíndez por haber
escrito un libro en el que analizaba la dictadura, así
como otros crímenes organizados por su régimen en
el exterior, contribuyeron al descrédito internacional del
régimen esa nueva etapa.

A su vez el ambiente político de América
Latina y en particular el del Caribe, se fue caldeando con la
caída sucesiva de los regímenes dictatoriales de
Perón en Argentina, Remón en Panamá, Odria
en Perú, Magloire en Haití, y Lozarno en Honduras,
el asesinato de Anastasio Somoza en Nicaragua, y por
último los derrocamientos de Rojas Pinilla en Colombia,
Pérez Jiménez en Venezuela y Batista en Cuba;
creandose así un ambiente revolucionario contra las
dictaduras y en favor de cambios estructurales que den acceso al
poder político y al bienestar a los sectores populares en
la nación.

Producto de ese ambiente y con el apoyo de los gobiernos
de Fidel Castro en Cuba y de Rómulo Betancourt en
Venezuela, se organizó en 1959 una expedición
guerrillera desde Cuba que aterrizó el 14 de junio de
Constanza y desembarcó seis días después por
Estero Hondo y Maimón. Los expediccionarios fueron
derrotados y en su mayor parte hechos prisioneros y asesinados
por el déspota.

Pero esa matanza de unos 200 exiliados despertó
una ola de repudio dentro de amplios sectores de la sociedad,
sobre todo de la clase media, muchos de los cuales se organizaron
para luchar contra el régimen. Una vasta
conspiración dirigida por Manuel Tavares Justo fue
descubierta en enero del 1960 y otra de menores proporciones
encabezada por Tirso Mejía-Ricart en septiembre del mismo
año, las cuales fueron sangrientamente reprimidas. En
noviembre el régimen trujillista hizo asesinar a las
combatientes hermanas Mirabal, pero ese horrendo crimen no hizo
más que sumar nuevos grupos en la lucha, que contó
desde entonces con el apoyo de gran parte de la iglesia y del
propio gobierno norteamericano, lo que se agudizó tras el
ascenso de Kennedy a la presidencia en enero del 1961.

Tratando de contrarrestar la internacional contra su
régimen, Trujillo intentó primero derrocar a Fidel
Castro y más tarde asesinar a Betancourt. Pero descubierta
su participación en el fustrado atentado, se
decretó su aislamiento diplomático y sanciones
económicas contra su régimen. Trujillo trató
inutilmente de evadir esta nueva situación haciendo
renunciar a su hermano Héctor de la presidencia y
convirtiendo al vicepresidente Dr. Joaquín Balaguer en su
nuevo presidente títere.

Finalmente, dentro de las propias Fuerzas Armadas,
familias trujillista e incluso parientes y amigos íntimos
de Trujillo, sugieron conspiradores, algunos de los cuales fueron
encabezados por Antonio de la Maza y eliminaron a Trujillo cuando
se dirigía a su nativa San Cristóbal la noche del
30 de mayo del 1961. Entre los complotados se encontraban el
ex-general Juan Tomás Díaz y el secretario de las
Fuerzas Armadas y sobrino político de Trujillo, el general
José René Ramón Fernández.

Tras las muerte de Trujillo, Balaguer se asoció
al hijo mayor del déspota: Ramfis, para simular la
democratización con vistas a lograr la eliminación
de las sanciones internacionales y estabilizar al régimen.
Con esos fines pronunció un discurso ante las Naciones
Unidas donde planteó la renovación del gobierno,
que en esencia permaneció intacto. También
formuló una invitación a los exiliados a regresar,
tal como hacía Trujillo cuando quería causar
impresión de que estaba democratizando su
régimen.

Pero en ese caso el Partido Revolucionario Dominicano,
interpretando correctamente que el régimen estaba herido
de muerte con la caída del dictador aceptó el reto
y dispuso el envío de una comisión de alto nivel al
país constituída por Angel Miolán,
Nicolás Silfa y Ramón Castillo, El 5 de julio de
1961, día de la llegada de la comisión y del primer
mitín organizado por el PRD poco después, marcaron
el fin del régimen por la tremenda movilización de
masas antitrujillistas a que dieron lugar y que terminaron con la
partida de los trujillo, no sin antes ordenar el asesinato de los
principales implicados en la muerte del dictador.

Luego del PRD, otras tres fuerzas políticas
participaron en esa difícil etapa de transición: la
Unión Cívica Nacional (UCN), presidida por el Dr.
Viriato Fiallo, inicialmente de carácter apartidista pero
en el fondo controlada por la burguesía tradicional
importadora y exportadora dominicana y profesionales
conservadores, el Movimiento Revolucionario 14 de junio (IJ4),
constituído por los jóvenes de la clase media
radicalizada "fidelista" que había luchado contra Trujillo
desde 1959, encabezada por Manuel Tavarez Justo (Manolo), y el
Movimiento Popular Dominicano. (MPD) grupo izquierdista marxista
que había operado en el país bajo el liderazgo de
López Molina con anuencia del tirano durante el año
de 1960, y ahora se le permitía actuar de
nuevo.

Sin embargo, el oficial superior que desencadenó
esa salida de los Trujillo, general Pedro Rodríguez
Echavarría, se puso de acuerdo con Balaguer para retener
el podre para beneficio mutuo, establecieron un Consejo de Estado
bajo la presidencia del primero y pretendieron mantenerse en el
poder a toda costa. Dos huelgas revolucionarias la
reacción popular por el ametrallamiento de una multitud
que exigía su renuncia, lograron evitar que éstos
cumplieran sus designios, expulsando a ambos y designando al
licenciado Rafáel F. Bonnelly como presidente de ese
cuerpo colegiado de gobierno, que pasó a ser controlado en
lo fundamental por la Unión Cívica
Nacional.

Dicho gobierno, presidente por el gobierno
norteamericano y los sectores más conservadores de
Unión Cíovica y las Fuerzas Armadas,
persiguió y expulsó a muchos exiliados
recién llegados calificados de comunistas, y adoptó
medidas que beneficiaron a la vieja burguesía y a
Unión Cívica ya convertida en partido
político, pero organizó una elecciones
libres.

En dichas elecciones lo grupos IJ4 y MPD se abstuvieron
de participar por considerar que a nada positivo
conducían; la UCN postuló a Viriato Fiallo a la
Presidencia de la República, y enarboló la lucha
contra los remanentes del trujillato como principal bandera
política; mientras el PRD encabezado por Juan Bosch
lanzó la consigna de "borrón y cuenta nueva", al
tiempo que planteó un programa de reivindicaciones
políticas, económicas y sociales que le ganaron el
favor popular y le aseguraron el triunfo electoral arrollador el
20 de diciembre de 1962.

El gobierno de Bosch y el PRD de 1963 duró apenas
7 meses. Su constitución democrática, el
planteamiento de los derechos sociales de todo ciudadano y la
práctica de una política liberal en una sociedad
que sólo conocía la dictadura, resultaron
intolerables para los grupos ultraconservadores civiles y
militares quienes escenificaron un golpe de Estado el 25 de
septiembre del 1963; y formación deun triunvirato civil
bajo la presidencia del Dr. Emilio de los Santos.

Luego del golpe militar, mientras los principales
líderes del PRD fueron perseguidos y expulsados del
país, el movimiento 14 de junio organizó una guerra
de guerrillas en varias montañas del país que fue
aplastada por el gobierno y ultimados sus principales
líderes luego de rendirse en diciembre de 1963, a
consecuencia de lo cual renunció de los Santos siendo
sustituído por el Dr. Donald Reid Cabral.

A partir de 1964 el PRD, bajo la dirección del
Dr. José Francisco Peña Gómez retomó
la ofensiva de la organización de la resistencia popular
estableciendo también alianzas con grupos políticos
y militares en torno a la consigna "retorno a la
constitucionalidad sin elecciones" que habría de culminar
con un intento de huelga general revolucionaria y finalmente con
el golpe de Estado constitucionalista del 24 de abril de
1965.

Luego de ese golpe de Estado iniciado por militares
constitucionalistas bajo la inspiración del exiliado
coronel Rafael Fernández Domínguez, que
provocó la renuncia del Triunvirato presidido por Donald
Reid Cabral, los agregados militares norteamericanos presionaron
a muchos jefes militares para rechazar el retorno de Bosch al
poder y plantearon la instalación de una junta militar que
supuestamente preparara nuevas elecciones.

Frente a la negativa de los constitucionalistas, se
bombardeo el Palacio Nacional por aire y mar, así como los
campamentos militares ocupados por los insurrectos, y más
tarde se ordenó el avance de las fuerzas blindadas del
Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) dirigido
por el general Elías Wessin, quien designó a su vez
una junta militar de gobierno encabezada por el coronel Pedro
Bartolomé Benoit.

La confusión y asilamiento de líderes
civiles y militares democrático en embajadas extranjeras,
que provocaron estos ataques masivos, junto a la
frustración e ira popular ante el intento de detener el
anhelado retorno al orden constitucional bajo el PRD, hicieron
que las masas enardecidas se apoderaran de las calles y de las
armas a su alcance para rechazar al enemigo común. En dos
heróicas jornadas el pueblo en armas, bajo la
dirección improvisada del coronel Francisco Alberto
Caamaño, puso en retirada las tropas élites del
CEFA.

Ante la inminente derrota de las derechas y de su
aparato militar, el gobierno norteamericano de Johnson
ordenó la intervención masiva de efectivos
militares de ese país en la contienda; hasta poder
contener las fuerzas populares. Luego hizo reestructurar la junta
derechista bajo la presidencia del general Antonio Imbert,
sobreviviente del atentado contra Trujillo, y trató de
justificar su flagrante violación con el supuesto peligro
comunista y creando una "Fuerza Interamericana de Paz" para dar
cobertura internacional a dicha acción.

Presionados por las circunstancias y para acortar el
período de intervención, los constitucionalistas
aceptaron un gobierno provisional "neutral" encabezado por el
excanciller Héctor García Godoy, que
organizaría elecciones libres. Pero el terror desatado por
las fuerzas ultraderechistas, la reclusión de Bosch en su
refugio de la carretera Sánchez, la presencia de la
"Fuerza Interamericana de Paz" y la ayuda decisiva norteamericana
a la candidatura del trujillista Joaquín Balaguer y su
Partido Reformista, permitieron el retorno de éste al
gobierno en 1966.

Pocos meses después, aplastado el movimiento
constitucionalista, se retiraron las tropas norteamericanas y
Balaguer comenzó su largo y cruento gobierno que
habría de extenderse hasta 1978, en el cual el repudio al
caudillismo castrense hizo que predominara un nuevo tipo de
caudillismo: el de los intelectuales de la pequeña
burguesía ilustrada de los centros urbanos, del cual,
desde posiciones políticas diferentes, Joaquín
Balaguer y Juan Bosch han sido las figuras
señeras.

El predominio político de Balaguer y de Bosch
indicó el paso del caudillismo militarista de Trujillo al
caudillismo de intelectuales de la pequeña
burguesía urbana educada, que había fracasado antes
con Estrella Ureña, pero que el extraordinario crecimiento
de las ciudades y de la educación de las masas
hacían posible.

X

1966-1983 La
cuarta República

El régimen balaguerista basó inicialmente
su gestión de gobierno en el apoyo político,
militar, técnico y financiero norteamericano, y de la
oligarquía dominicana organizada en un multitudinario
"Consejo Nacional de Desarrollo"; así como en un programa
agresivo de obras públicas destinado a reactivar la
economía y generar empleo a nivel nacional.

En el orden político, Balaguer constituyó
un equilibrio basado en la represión sangrienta de los
sectores populares revolucionarios o constitucionalistas, el
exilio o la prohibición de usar la radio y la
televisión de los dirigentes opositores más
connotados o radicales, la complacencia política y
económica de los mandos militares, a quienes a su vez
mantenía divididos para asegurar su hegemonía; el
uso de la vía electoral amañada para validar su
mandato civil ante los militares y en el exterior, la
sustracción de líderes de otros partidos y del PRD
en especial, mediante ofertas de empleos y otros favores, la
permisividad en la corrupción de funcionarios civiles y
militares, y el uso sistemático de un aparato de
propaganda en favor de su régimen.

Después de atravesar grandes dificultades y
favorecido por el aumento de los precios de nuestros productos de
exportación, el país esperimentó entre los
años de 1970 y 1975 un crecimiento económico que
favoreció el comercio y una industria de bienes de consumo
con materia prima extranjera, amparada en las exoneraciones a
costa de una mayor dependencia y endeudamiento externo.
Crecimiento que se detuvo debido al encarecimiento del
petróleo, la baja de los precios del azúcar en el
mercado mundial y los déficits en nuestra balanza de
pagos.

Para combatir el balaguerismo, algunas organizaciones de
izquierda acudieron a acciones desesperadas que fueron tomadas de
pretexto por el régimen para agudizar la represión.
El propio coronel Caamaño desembarcó en febrero del
1973 con un puñado de hombres para iniciar un proceso
revolucionario a través de la guerra de guerrillas en la
Cordillera Central, pero fue capturado y fusilado en la
montaña. Dos años después, otro grupo
dirigido por su primo y compañero sobreviviente Claudio
Caamaño también fracasó, aunque éste
salió con vida nuevamente.

En esas condiciones, el PRD se mantuvo como la
única opción viable para desplazar del poder al
balaguerismo y constituyó en 1973 con otros partidos a su
alrededor el Bloque de la Dignidad Nacional, el cual finalmente
se deshizo en medio de una creciente crisis interna del PRD que
determinó la salida de su presidente Juan Bosch para crear
el Partido de la Liberación Dominicana. Poco
después se reconstituyó parte de esa alianza en el
llamado "Acuerdo de Santiago", que postuló en 1974 para la
presidencia a Antonio Guzmán, con Elías Wessin y
Wessin como vicepresidente y el apoyo del PRD, el Partido
Quisqueyano Democráta (PQD) el Movimiento Popular
Dominicano (MPD), el Movimiento de Integración
Democrática Antirrelecionista (MIDA), y otras
organizaciones. Pero a la postre esa alianza determinó su
abstención electoral debido a las críticas del
ex-presidente Bosch a la participación
electoral.

Durante el período de 1974-78 la situación
económica comenzó a deteriorarse nuevamente y la
corrupción administrativa del gobierno se mostraba como
mayor crudeza, afectando ya claramente a la burguesía
comercial e industrial por el incremento del contrabando y la
competencia desleal que suponían las empresas de los
personeros del régimen. El ascenso de los
demócratas con Carter al gobierno norteamericano y su
política exterior basada en los derechos humanos,
contribuyó a reducir notablemente la represión en
esa etapa, lo que permitió al PRD organizarse mejor a
nivel nacional e incorporar nuevos cuadros y sectores sociales a
dicho partido.

El PRD por su parte, bajo el nuevo liderazgo del Dr.
José Francisco Peña Gómez, inició la
tarea de democratizar su estructura interna, definió en
1976 como su objetivo estratégico fundamental la
Revolución Democrática Nacional, se vinculó
a la Internacional Socialista y adoptó la decisión
de participar en los comicios nacionales del 1978, asumiendo
todos los riesgos que ello suponía.

Todos estos factores y la creciente pugna entre grupos
que había fomentado el propio Balaguer, obligaron a dicho
gobernante a rodear los comicios del 1978 de un mínimo de
garantías para la oposición, aún cuando
agotó todos los recursos del poder para obtener una nueva
reelección.

En las elecciones del 16 de mayo del 1978 el pueblo
dominicano votó mayoritariamente por el PRD y contra el
continuísmo antidemocrático de Joaquín
Balaguer, pero conforme la noche avanzaba se dejaron de intormar
los nuevos resultados que llegaban a la Junta Central Electoral
hasta que estos fueron suspendidos de un todo y se intentó
desconocer las elecciones o alterar sus resultados con el apoyo
de las Fuerzas Armadas.

En esas circunstancias, la opinión pública
internacional y todas las fuerzas vivas de la nación
manifestaron su repudio al intento de vulnerar el libre ejercicio
de la voluntad populara expresada en las urnas. Los gobiernos
democráticos afiliados a la Internacional Socialista como
los de Alemania, Australia, Venezuela, Jamaica y Costa Rica
jugaron un papel de primer orden en ese difícil
período de nuestra historia
contemporánea.

Finalmente, comprendiendo Balaguer que arrancarle el
triunfo completamente al PRD hubiese significado una nueva guerra
civil y entregar el gobierno al control militar, maniobró
para inducir a la Junta Central Electoral a emitir un absurdo
"fallo histórico", que le otorgó la presidencia al
candidato perredeísta don Antonio Guzmán
Fernández, pero quitádole al PRD el control del
senado que le pertenecía y a través de éste
el del Poder Judicial y el de la propia Juanta Central Electoral
que son elegidos por el senado.

El PRD fue conminado a aceptar ese poder recortado a
través de los mandos militares de entonces y otros medios
de poder político y Antonio Guzmán tomó
posesión como presidente de la República Dominicana
el 16 de agosto de 1978.

Desde esa fecha, el PRD y don Antonio Guzmán se
dedicaron a democratizar el país luego de romper el
andamiaje político-militar del balaguerismo. A ese efecto
el gobierno perredeísta se ha caracterizado por la plena
vigencia de las libertades públicas, el respeto a los
derechos individuales, la independencia de los distintos poderes
del Estado y la profesionalización de los institutos
armados.

Durante el período 1978-1982 el país
alcanzó un notable incremento en la producción
agropecuaría, la erradicación de la fiebre porcina
africana e iniciado la repoblación de esa especie en el
país, así como avances notables en la pesca y en la
lucha contra la especulación a través del Instituto
de Estabilización de Precios (INESPRE). Así mismo
se nacionalizó la mina de oro que explotaba la Rosario
Mining Company en Pueblo Viejo y se aumentaron notablemente los
repartos de tierras entre campesinos pobres. Pero el gobierno no
fue capaz de contrarrestar los efectos negativos sobre la
economía del aumento desaforado en los costos del
petróleo y otros productos y servicios que se pagan en el
exterior, ni la baja en aquellos de nuestras principales
exportaciones. También hubo casos de corrupción
administrativa.

En mayo de 1982, luego de propiciar una campaña
interna para elegir sus candidatos democráticamente, el
PRD derrotó nuevamente, esta vez con Salvador Jorge Blanco
a la cabeza, a los viejos caudillos intelectuales Balaguer y
Bosch, ambos con un largo ejercicio de vida pública. En
esa ocasión el PRD retuvo el control en ambas
cámaras legislativas, abriendo el camino para una nueva
administración del PRD, ahora con todas las posibilidades
institucionales de realizar una tarea positiva, no sólo en
el orden político, sino para avanzar hacía la
democracia económica y social.

La solidez de la joven democracia dominicana
quedó demostrada cuando por el suicidio cometido por el
presidente Guzmán el 4 de julio del 1982, el orden
constitucional se mantuvo incólume, siendo sustituido por
el vice-presidente Jacabo Magluta hasta el 16 de agosto cuando
asumió al poder el presidente electo Salvador Jorge
Blanco.

El nuevo período presidencial perredeísta
se ha caracterizado durante su primer año de ejercicio por
respeto irrestricto a los derechos humanos, la
moralización de la gestión pública y la
realización de esfuerzos denodados por reavitalizar la
economía dominicana en todos los
órdenes.

El país, que ha avanzado extraordinariamente en
los últimos cinco años en su proceso de
institucionalización democrática, debe en el curso
de los próximos, avanzar firmemente en el proceso de su
revolución democrática nacional, para poder
alcanzar en un futuro no lejano una sociedad socialista
democrátiva, en la cual la igualdad de oportunidades, la
garantía de un trabajo remunerado, el pago de acuerdo al
interés social de la labor, la protección social de
los impedidos y el respeto a las libertades democráticas,
traigan la justicia, la paz y el bienestar a todos los
dominicanos.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD
DE INFORMACION"

Monografias.com

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH
– POR SIEMPRE"

Partes: 1, 2
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